INICIO
A la Sagrada Majestad de la VERDAD

Thomas Taylor

lunes, 16 de agosto de 2010

LA BELLEZA COMO LEY



No hay ningún estudio más fascinante que aquel que tiene que ver con las leyes que gobiernan el orden de la Naturaleza, y el intento por descubrir y comprender el significado de estas leyes.  Por medio de tal estudio el intelecto puede esperar captar una pequeña fracción de los funcionamientos de ese vasto y majestuoso Plan que trae a la manifestación, sostiene y gobierna todas las cosas desde el átomo hasta la galaxia. 


Simetría cósmica 

A través de toda la Naturaleza se presentan de manera tan uniforme las leyes que el estudio de cualquiera de sus funcionamientos abre el ojo de la mente sobre las perspectivas e implicaciones más allá del aparente panorama del tema inmediato bajo consideración.  Platón reunió en una trinidad lo Bueno, lo Verdadero y lo Bello, y Keats, con la inspiración profética del poeta, nos dijo que ‘la Belleza es Verdad; Verdad Bella’.  El corazón y la mente del ser humano han atesorado estas dos inmortales declaraciones porque ellas despiertan alguna intuición profunda y llevan un significado fundamental. 

Otra gran declaración  de la Verdad eterna es que ‘Dios geometriza’.  Por consiguiente, para el estudio más efectivo de las leyes de la Naturaleza, el estudiante debiera estar equipado con una sólida preparación en matemáticas.  Aquellos de entre nosotros que no han tenido la inapreciable ventaja de la educación en las ramas superiores de las matemáticas, pueden sin embargo encontrar mucho que es profundamente interesante y provocativo del pensamiento en el estudio del orden natural, gracias a los científicos y matemáticos que han puesto su vasto conocimiento técnico al alcance de aquellas mentes anhelantes que no tienen su entrenamiento especializado. 

Claude Bragdon, matemático, arquitecto, artista y ocultista, ha hecho algunas valiosas contribuciones a este estudio, su trabajo sobre los más abstrusos y difíciles temas que se distinguen por su claridad y sencillez de lenguaje.  Sus investigaciones sobre las leyes de proporción y armonía universal, expuestas en La Bella Necesidad y en La Fuente Congelada, son tan notables por lo que sugieren como por lo que divulgan.  Últimamente se han escrito con la tesis de que hay un canon universal de armonía, belleza y proporción, y que esto se aplica a todas las artes y a todas las ciencias que tienen que ver con las relaciones espaciales. 

El canon de armonía 

La conformidad con este canon matemático de belleza y proporción es lo que hace que un edificio luzca hermoso, que haya armonía y ritmo en la música, gracia en la composición de un cuadro y satisfacción visual al observarlo, sin importar el tema.  Todavía no se ha estudiado de qué modo los grandes artistas de la danza se conforman, con intuición instintiva y gusto certero, a esta ley armónica, pero el genio en todas las artes consiste en el grado en que el exponente de ese arte puede llegar a ser la expresión y vehículo de esta ley de proporción. 

Esta misma relación matemática gobierna la órbita de los planetas poniendo sus poderosos movimientos a través del espacio en correspondencia con todas las expresiones de belleza y armonía en nuestra tierra, desde la ‘música congelada’ de un Taj Mahal o un Partenón, hasta el gozo que sentimos en la presencia de un gran exponente de la danza. 

Belleza y proporción 

Jay Hambridge en sus investigaciones sobre el principio de ‘Simetría Dinámica’, que él afirma que meramente ha redescubierto y no  originado, ha hecho posiblemente la más grande contribución al estudio de este sistema matemático de controlar las relaciones espaciales, que resultó en la gloria del arte y la arquitectura griegas en sus mejores épocas. 

La mayor parte de este trabajo es demasiado técnico para ser captado por el lector no-matemático, pero lo que él ha expuesto acerca de la ‘espiral logarítmica’ ha sido simplificado por Claude Bragdon en La Fuente Conge-lada, de tal manera que el lector menos experto, con la ayuda de un poco de pensamiento y una pizca de intuición, puede captar una vislumbre de las absorbentes implicaciones que esta spira mirabilis sugiere. 

Esta espiral es también conocida como la curva de crecimiento, y cuando Jay Hambidge le dijo a Claude Bragdon que ella estaba en la misma base de la simetría dinámica, él nos dijo que tuvo que creerlo de inmediato, pues de todas las figuras geométricas de cualquier clase ésta es la más ubicua, siendo real-mente la forma-unidad de la Natura-leza.  Si los astrónomos están en lo cierto al pensar que las nebulosas son sistemas estelares como el nuestro, debido a la forma que éstas asumen, la espiral logarítmica puede ser el patrón arquetípico del mismo Cosmos. 

Esta bella curva se ve en el cuerno del carnero, en la planta en crecimiento, en el nautilo y otras conchas, en otras innumerables formas naturales. Podría decirse apropiadamente que es el mismo fundamento de la estructura de la belleza y el arte, relacionando así de manera significativa los eternos principios de belleza con el mismo origen y desarrollo del Cosmos. 

Hay evidencias incontrovertibles de que este principio fue bien conocido por Pitágoras y ense-ñado por él a sus discípulos; y fue uno de los tesoros arcanos cuidadosamente guardados por la fraternidad Masónica.  Samuel Colman en su gran libro Unidad Armónica de la Naturaleza, que trata este tema, dice:
Muchos de estos principios de proporciones armónicas fueron indudablemente comprendidos y usados por los Francmasones, pero han estado perdidos u olvidados por cerca de dos centurias, puesto que nunca fue permitido reducirlos a escritura, sino trasmitirlos sólo de maestro a aprendiz como secretos inviolables. 

Estrechamente relacionada con el tema de esta espiral logarítmica, también conocida como la curva phi, está la serie Fibonacci de números. 

El Universo construido sobre el número 

Para una mejor y breve explicación de esto cito del libro de Paul Case, La verdadera e invisible Orden Rosacruz, en el cual el habla de

la serie Fibonacci de números en la cual cada número de la serie es la suma de los dos números que lo preceden, como 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, etc.  Esta serie de números se repite una y otra vez en la naturaleza, como en las relaciones entre las órbitas de los planetas, entre los tonos musicales y entre las vibraciones de color.  La serie aparece como un determinante en la estructura de cristales y en el orden de crecimiento en la vida de animales y vegetales.  Es también una clave para esas proporciones en pintura, escultura y arquitectura que producen la más grande satisfacción estética. 

No hay la menor duda de que estos grandes principios fueron conocidos por los Rosacruces, y que es a ellos que probablemente se refiere la Confessio Fraternitatis como ‘esos grandes caracteres que el Señor Dios ha grabado sobre su mecanismo del mundo’. 

La relación de las proporciones del cuerpo del hombre, cuando está dotado con la belleza y perfección que intenta la Naturaleza para esas proporciones espaciales que gobiernan la estructura del universo, es un tema demasiado extenso para tratarlo aquí.  Está más competente y bellamente expuesto en Hombre de Manly Hall.  Él sostiene además la tesis de que la belleza y el orden son la gran ley de vida y crecimiento a través de todas  las formas del universo visible, y la estructura y esencia misma de todo lo que es. 

Tal vez esto nos dé una clave de por qué la fealdad y la discordancia ‘hieren’ tanto.  Siendo la ley de belleza y orden la ley de crecimiento y vida, por consiguiente el reverso de esto debe ser de la misma esencia de muerte, pena y destrucción, y pertenece a ese lado de la manifestación que está asociado con el trabajo anti-evolucionario de los ‘hermanos de la sombra’. 

El culto a la fealdad, que es tan patente ― que se muestra en los ritmos distorsionados y en la cacofonía en la música, en las horripilantes desproporciones en el arte, en las horribles actitudes y monotonía en gran parte de la danza y bailes modernos, y en otras numerosas formas — es un arma fuerte y significativa en las manos de las fuerzas de la oscuridad, del dolor y de la destrucción.  Toda fealdad, no importa cuán trivial pueda parecer, es útil para este propósito anti-evolucionario, las ofensivas vallas publicitarias que estropean la belleza natural del paisaje, los alaridos del cantante popular de radio, los fuertes colores innaturales de los labios y uñas de quienes usan un maquillaje exagerado.  Esas vulgaridades menores son las pequeñas armas en ese ‘Kurukshetra’, el campo de batalla de la mente, cuya artillería pesada es la crueldad, la explotación y la guerra. 

El Nautilo y las Nebulosas

La ley del crecimiento, del desarrollo, de la evolución, es también la ley de la belleza, la proporción y la armonía, y todas son partes integrales de esa suprema ley de Amor por la cual los mundos fueron formados y en los cuales ellos ‘viven, se mueven y tienen su ser’. 

Por un milagro, ante el cual todas las mentes pensantes y los corazones comprensivos deben inclinarse reverentes, la espiral de una diminuta concha como el nautilo está relacionada con el remolino de una nebulosa, y la frágil perfección de un copo de nieve con la estructura del universo mismo.  De tal significado y poder cósmico proviene este gran canon de belleza y armonía.

El que estudia, sostiene, reverencia, protege y alienta la belleza en todas sus formas y manifestaciones, apresura la evolución del mundo y da fuerte ayuda a los sumos sacerdotes de la belleza y del amor, cuyas poderosas manos repelen a las fuerzas de la destrucción y de la oscuridad y guían a la humanidad y a todos los reinos de la naturaleza hacia la Luz Eterna. 

No hay comentarios: