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A la Sagrada Majestad de la VERDAD

Thomas Taylor

jueves, 23 de septiembre de 2010

BLAVATSKY LO SABÍA? Elementos de la selenognosis blavatskiana



La luna se está encogiendo o contrayendo. 

Según la NASA esta se ha contraído en 100 metros durante los últimos mil millones de años. 100 metros no es poco, 1000 millones sí lo es en tiempo geológico. 




La luna es un “ser” muerto, al decir de Blavatsky, en cuanto sus principios superiores se han alejado del cuerpo lunar. La analogía es igual a la de un ser humano, cuando alguien muere, su cuerpo sigue vivo, es decir en descomposición, sus partículas están en movimiento, en desintegración, sin embargo, el principio vital, la vida que animaba ese cuerpo se ha “retirado”, ya no hay vida que unifique esos principios y que permita la consciencia de existir como la conocemos. Según la misma Blavatsky la Luna es la madre de la tierra y utiliza la figura de la madre que da vueltas alrededor de su hija para cuidarla mientras crece, para ejemplificar esa relación; pero lentamente la madre se va alejando, y es lo que dice Blavatsky de la Luna, otro hecho que la ciencia positiva ha comprobado, la Luna se está alejando de la Tierra, según la ciencia, a razón de 4 centímetros por año.
En otro punto que no concuerdan Blavatsky y la ciencia positiva, es en el de la edad de la Luna y en su origen, dice la Ciencia que la Luna tiene más o menos 4.500  millones de años y que es un pedazo lanzado durante la formación de la tierra, algo así como que la Luna es hija de la Tierra, todo lo contrario a lo que sostiene Blavatsky, la Luna es más antigua que la Tierra y su origen no es una proyección de un pedazo de tierra.

Dice Blavatsky:La Luna es ahora el frio residuo, la sombra, arrastrada tras el nuevo cuerpo adonde han pasado, por transfusión, sus poderes y principios de vida. Se halla ahora condenada a estar persiguiendo a la Tierra durante largas edades; a ser atraída por ella y a atraer a su vez a su hija. Constantemente vampirizada por su hija, se venga penetrándola por todas partes con la influencia maligna, invisible y emponzoñada, que emana del lado oculto de su naturaleza. Pues es un cuerpo muerto, y sin embargo, vive. Las partículas de su cuerpo corrupto hállanse llenas de vida activa y destructora, a pesar de que el cuerpo antes animado por ellas, carece de alma y de vida. Por lo tanto, sus emanaciones son al mismo tiempo benéficas y maléficas; encontrando esta circunstancia su paralelo en la tierra, en el hecho de que en ninguna parte las hierbas y las plantas en general tienen tanto jugo ni medran tanto como en las sepulturas; siendo al mismo tiempo perniciosas sus emanaciones cadavéricas de cementerio, las cuales pueden matar. Lo mismo que los vampiros, la Luna es amiga de los brujos y enemiga del incauto. Desde las épocas arcaicas y los últimos tiempos de las hechiceras de Tesalia, hasta algunos de los actuales tantrikas de Bengala, su naturaleza y propiedades han sido conocidas por todos los ocultistas; pero han permanecido como libro cerrado para los físicos.” Tomo 1

En otro lado resume Blavatsky: “En realidad, la Luna es el satelite de la Tierra solo en un sentido, o sea en el de que la Luna gira en torno de la Tierra. Pero en cada uno de los demás aspectos, es la Tierra el satélite de la Luna y no viceversa. Por sorprendente que parezca esta declaración, no dejan de confirmarla los conocimientos científicos. Son evidencias en favor de ello las mareas, los cambios cíclicos en muchas formas de enfermedades que coinciden con las fases lunares; puede observarse en el desarrollo de las plantas, y es muy marcada su influencia en los fenómenos de la concepción y gestación humanas.
La importancia de la Luna y su influencia sobre la Tierra eran reconocidas por todas las antiguas religiones, especialmente por la judía, y han sido notadas por muchos observadores de fenómenos psíquicos y físicos. Pero, según todo cuanto la Ciencia conoce, la acción de la Tierra sobre la Luna hállase limitada a la atracción física, que es causa de que gire en su órbita. Y si alguien persistiese en objetar que este hecho constituye por sí solo una prueba suficiente de que la Luna es verdaderamente el satélite de la Tierra en otros planos de acción, puede contestársele preguntando si una madre que pasea en torno de la cuna de su niño velando por él, está subordinada a su hijo o si depende de él. Aun cuando en un sentido ella es su satélite, sin embargo es ciertamente superior en años y en desarrollo al niño por quien vela.

Blavatsky también dice que la Luna desaparecerá “en aire sutil” antes de que la humanidad alcance su última etapa de evolución o séptima ronda del actual manvantara, es decir dentro de muchos millones de años más.
Otro aspecto a destacar la Luna y que en términos generales la ciencia positiva no reconoce es su influencia “oculta” sobre la Tierra. La Doctrina Secreta tiene múltiples citas relacionadas con esta influencia, aquí sólo pondré una:

La Luna está íntimamente relacionada con la Tierra, como se ha mostrado en las Estancias; y está más directamente relacionada con todos los misterios de nuestro Globo, que el mismo Venus–Lucifer, hermano oculto y alter ego de la Tierra. (T. II).

En el Tomo II Blavatsky recopila una serie de tradiciones entorno de la Luna, pero una de las partes más interesantes de dicho tomo se encuentra en la Sección IX titulada LA LUNA; DEUS LUNUS, PHOEBE el cual quisiera copiar acá en su totalidad, pero dada su extensión no es conveniente hacerlo, por lo que sólo transcribo los tres primeros párrafos de tal sección, que hasta literariamente hablando tienen un gran valor, además que son la muestra del conocimiento enciclopédico de Blavatsky y sus Inspiradores, veamos:

Este símbolo arcaico es el más poético de todos los símbolos, así como también el mas filosófico. Los antiguos griegos lo hicieron notorio, y los poetas modernos lo han usado hasta la saciedad. La Reina de la Noche, cabalgando en la majestad de su luz sin par en el Cielo, dejando a todo, hasta a Hespero, en la sombra, y extendiendo su plateado manto sobre el Mundo Sideral entero, ha sido siempre el tema favorito de todos los poetas de la Cristiandad, desde Milton y Shakespeare, hasta el último de los versificadores. Pero la refulgente lámpara de la noche, con su sequito de estrellas innumerables, ha hablado tan solo a la imaginación del profano. Hasta últimamente, la Religión y la Ciencia no han intervenido en este hermoso mito. Sin embargo, la fría y casta Luna, aquella que según las palabras de Shelley:

hace hermoso todo aquello sobre lo que sonríe,
Aquel santuario vagabundo de llama suave y helada
Que siempre se transforma, mas es siempre la misma,
Y no calienta, pero ilumina

esta en relaciones más estrechas con la Tierra que ningún otro globo sideral. El Sol es la Fuente de Vida de todo el Sistema Planetario; la Luna es el Dador de Vida a nuestro Globo; y las primeras razas lo comprendían y sabían, aun en su infancia. Ella es la Reina y es el Rey. Era el Rey Soma antes de transformarse en Febo y en la casta Diana. Es, en modo preeminente, la Deidad de los cristianos por conducto de los judíos mosaicos y kabalísticos; y aun cuando el mundo civilizado haya permanecido por largas edades ignorante del hecho, es en realidad así, desde que murió el ultimo Padre de la Iglesia iniciado, llevando consigo a la tumba los secretos de los Templos paganos. Para Padres tales como Orígenes y Clemente de Alejandría, la Luna era símbolo viviente de Jehovah; el Dador de la Vida y el Dador de la Muerte, el que dispone de la Existencia (en nuestro Mundo). Pues si Artemisa fue la Luna en el Cielo, y para los griegos, Diana en la Tierra, que presidia sobre el nacimiento y vida del niño; entre los egipcios fue Hekat (Hécate) en el Infierno, la Diosa de la Muerte, que mandaba sobre la magia y los encantamientos. Más aun: lo mismo que la Luna, cuyos fenómenos son triples, Diana–Hecate–Luna, es el tres en uno. Pues es Diva triformis, tergemina, triceps, tres cabezas en un cuello, como Brahma–Vishnu–Shiva. Por tanto, es el prototipo de nuestra Trinidad, la cual no ha sido siempre completamente masculina. El número siete, tan notorio en la Biblia y tan sagrado en el séptimo día o Sábado, vino a los judíos de la antigüedad, derivándose su origen del cuádruple numero 7 contenido en los 28 días del mes lunar. Cada uno de cuyos septenarios está representado por un cuarto de Luna.

Y así continúa ampliándose al simbolismo de la Luna en la religión cristiana entre otras tradiciones antiguas, no queda sino remitir al lector al Tomo II.

Para terminar este abrebocas, es suficiente mencionar que dado el derroche del conocimiento sobre la Luna no solo en sus aspectos físicos, astronómicos y siderales, sino también en su metafísica, simbolismo, psicología e influencias desconocidas sobre la tierra, que se ve a lo largo de la Doctrina Secreta, saber que la Luna se está encogiendo es apenas un dato secundario, que apenas hasta hace muy poco lo ciencia positiva reconoce, sin ir hasta donde fue Blavatsky al hablar que la Luna desaparecerá en “aire sutil” antes de la séptima ronda, o última parte del ciclo actual de la vida terrestre.

Concluyo con otra cita del tomo III

La Luna es mucho más antigua que la Tierra; y, según se ha explicado en el volumen I, esta última es la que debe su ser a la primera, por más que la Astronomía y la Geología lo expliquen de otro modo. De aquí las mareas y la atracción hacia la Luna, como lo demuestra la parte líquida del Globo: siempre esforzándose por elevarse hacia su madre. Éste es el significado de la frase de que el Agua–Madre “se levantó, desapareció en la Luna, que la había elevado, que la había hecho nacer”.

Retomando el tema de la edad de la Luna y la Tierra al principio decíamos que la ciencia considera que la Luna tiene más o menos 4.500 millones de años, ¿cuántos le ponen a la tierra? Sencillamente un número un poco mayor para poder argumentar que la Luna es hija de la Tierra y no lo contrario como afirma Blavatsky. Pero si partimos de la hipótesis de Blavatsky cuántos años tendría la Luna? Además la hipótesis científica sobre la edad de la Tierra también es rebatida por Blavatsky, pero esto puede ser tema de otra entrada.

Eugenio Artes

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