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A la Sagrada Majestad de la VERDAD

Thomas Taylor

viernes, 26 de diciembre de 2008

El poder curativo de la música

Por H. Esta Rollo

Revista Theosophia Enero de 1934

El empleo de la música en el arte de curar es un tema mejor comprendido por el estudiante de ocultismo que por el pedagogo corriente. A medida que el aspirante a la vida superior desarrolla sus poderes espirituales aprecia más y más la necesidad de una armónica condición física. En efecto, una gran parte de la lucha para alcanzar el dominio de uno mismo se desarrolla precisamente tratando de conseguir el control de las emociones y de la naturaleza de deseos. Puesto que la música está universalmente reconocida como un medio directo para provocar reacciones emocionales, su aplicación adecuada como agente curativo directo e inmediato está indicada en la proporción exacta que las agitaciones emotivas produzcan o agraven el malestar físico. La música es una factor humanizador, no un mero entretenimiento y el mundo no ha descubierto todavía las verdaderas y prácticas aplicaciones de la música especialmente en la terapia y cultura psíquicas.
Después de haber estudiado la música desde el punto de vista psicológico, uno cambia radicalmente sus ideas y se inclina a abandonar viejos conceptos acerca de muchos aspectos de este arte. La música tiene una misión mucho más amplia y útil de lo que nuestros conocimientos actuales nos permiten apreciar. En la actualidad ya se la emplea con fines terapéuticos en hospitales, sanatorios y hasta privadamente y los resultados de tal aplicación han puesto de manifiesto que es un importante factor en el mantenimiento de buena salud y para provocar reacciones favorables en casos de personas clasificadas como anormales o subnormales.
Según las opiniones, tanto de los músicos como de los cientistas, la música es un gran preventivo contra el agotamiento nervioso y su empleo está indicado como agente reconstituyente y unificador cuando existe discordancia entre el aspecto social y la naturaleza emocional de la vida del individuo. Es bien sabido que una de las principales causas del malestar físico es una alta tensión emotiva; de ahí que la música, al actuar directamente sobre las emociones puede efectuar maravillosos reajustes, evitando, si el tratamiento se aplica inteligentemente que la persona quede aniquilada bajo las contrariedades y los pesares de la vida.
En experimentos practicados se ha observado, por ejemplo, que el estudio bien dirigido del canto llega a interesar a la persona al punto de hacerla olvidar todas sus preocupaciones. Lo que ocurre, en realidad, en tales casos es que el estudiante descubre la manera de utilizar sus energías físicas y mentales en el desarrollo de aptitudes que estaban latentes en él. Casos ha habido en que por este medio se han conseguido reducir completamente la tensión nerviosa y el ligamiento muscular. Los psicópatas han observado que la aplicación de tales métodos ha dado excelentes resultados en muchos casos que antes se consideraban incurables.
En la actualidad, la música se emplea también en cárceles, reformatorios e instituciones para niños retardados, en el tratamiento de los asilados de acuerdo con programas bien estudiados. El resultado general obtenido es un gran mejoramiento del individuo a quien se aplica el tratamiento. Es digno de notar que el efecto es diverso; en unos casos es puramente físico actuando directamente sobre el cuerpo. En otros casos despierta por conducto de la memoria, una serie de emociones que estaban olvidadas o de existencia desconocida para el paciente, la cuales contribuyen a despejar el cerebro y producen un cambio en el estado mental. De tales aplicaciones se deduce que la música no sólo afecta a las emociones sino también a los estados físico y mental.
El Dr. Van der Wall ha practicado la Musicoterapia durante diez años en los hospitales de Nueva York y de Pensilvania y ha podido constatar la amplia base y el extenso campo de aplicación que ella tiene en la curación de las dolencias que afectan a la humanidad, especialmente las que se relacionan con los estados emotivos y mentales.
Por ejemplo, un complejo de inferioridad por grave que sea, se puede hacer desaparecer completamente si la persona afectada emprende el estudio del canto o a tocar un instrumento, lo cual con el tiempo hará que la sociedad o grupo en que actúe lo mire como elemento útil. La música hará desvanecer todas sus ideas y preocupaciones sobre su inferioridad y lo elevará sobre el medio ambiente que lo rodea. Se ha observado que por este medio hasta las funciones orgánicas llegan gradualmente a funcionar armónicamente y surge una nueva personalidad. En los niños se pueden producir cambios radicales con juegos bien organizados y dirigidos, combinados con música.
Es de advertir que en el entrenamiento musical con fines terapéuticos, no tiene gran importancia la mayor o menor aptitud del paciente, o estudiante en cuanto a su progreso. Se da el caso frecuente de que los de menos talento aventajan a los que al parecer tienen más. La razón es que el primero pone ordinariamente más atención y empeño, mientras que el segundo, por la misma facilidad que tiene no hace el esfuerzo mental suficiente. Lo verdaderamente importante es que haya interés. Esto viene a probar la necesidad de los que se consideren con menos talento de esforzarse en hacer algo útil y llegar a sobresalir en alguna actividad. La música hará por estos más de lo que ellos jamás han soñado. Es esencial, sin embargo, que no se la impongan como un deber, sino tomarla como distracción y recreo. La música impuesta llega a ser una cosa pesadísima.
Toda persona afectada por el complejo de inferioridad hará bien en unirse a otros para formar coros u orquestas; así como cuartetos, tríos, vocales o instrumentales; porque la música así ejecutada entre varios les ayudará enormemente y dará base a la propia satisfacción, cuya falta precisamente es la causa de su complejo de inferioridad.
El estado mental y emocional que se produce en uno que canta o toca un instrumento y que siente que lo hace bien y con soltura es de gran beneficio también para la salud física. El resultado de todos estos factores es la realización de una nueva personalidad más perfecta. Psicólogos y músicos hacen resaltar los beneficios que derivan las personas que ejecutan música en grupos; mucho más en estos tiempos en quela cooperación está a la orden del día. Las masas corales despiertan un entusiasmo y ejercen una atracción que raramente se obtiene cuando se trata de solistas. La gente acude desde grandes distancias para oír un buen coro; pero solo los entendidos harán lo mismo por los cantores individualmente. Por otra parte el individuo se beneficia mucho con tal participación. El gran placer que los alemanes derivan de su música familiar es un buen ejemplo para el resto del mundo.
Otro aspecto de esta cuestión se relaciona con los órganos respiratorios. Según una antigua filosofía oriental “el respirar profundo abre los portales de la existencia.” Al cantar respiramos más profundamente; lo cual muchos olvidan hacer al practicar la respiración como ejercicio. La música influye también sobre la rutina ordinaria de vivir. Por ejemplo, todos los cantantes se dan cuenta con el tiempo de la necesidad de un vivir sencillo y de cuidar de sus órganos vocales para evitar serias afecciones de la garganta. El músico es en general una persona de vida ordenada.
Diferentes clases de música afectan diferentemente a los individuos; en los que despierta emociones también diversas según el momento y el estado de ánimo. El presidiario de corazón más empedernido rompe a llorar al oir una melodía familiar que le recuerda viejos afectos y despierta dulces emociones dormidas; memorias y emociones que le refrescan el alma y ablandan su corazón. En los manicomios se ha observado que el canto en coro transforma al egotista, que se cree responsable del conjunto. Gradualmente, sin embargo, llega a apreciar la música por su misma belleza y acaba por interesarse en lo que hacen los demás y nace en él el deseo de ayudarles, por el placer y satisfacción que en ello encuentra. El egotista ha desaparecido y ha quedado un miembro útil del grupo. Es la realización interna de que él es parte del conjunto y que tiene un lugar señalado en la vida.
Esta cuestión del poder curativo de la música está todavía en el período que podríamos llamar experimental; pero los datos ya reunidos permiten asegurar que la base es sólida y el campo de aplicación muy amplio. Existe una visión interna que, una vez desarrolladas, nos permitirá ver muchas cosas no visibles para el ojo ordinario. Igualmente hay un oído interno que, cuando esté desarrollado, permite oir melodías de música nueva. Este oído se puede desarrollar y con su desarrollo vendrá el poder de curar con vibraciones musicales. Nos podemos imaginar al mundo como el reino de la música; una verdadera síntesis del poder del sonido. Necesitamos acercarnos más a este mundo.

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