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A la Sagrada Majestad de la VERDAD

Thomas Taylor

jueves, 25 de diciembre de 2008

Teosofía: un acercamiento a lo indefinible

La pregunta por el significado de la Teosofía es una constante para el Teósofo que tiene bien claro que no es sólo por lecturas, ni por enseñanzas, ni por inyecciones que puede develar el misterio de la Sabiduría Divina que reside en su Ser. Mucho más cuando se da cuenta de la naturaleza inefable de la misma y que sólo por la búsqueda incesante en su propio Ser puede alcanzar vislumbres de lo que ésta es.
Superado el intelectualismo, puesto en perspectiva el conocimiento libresco y comprendido el papel de la especulación discursiva el estudiante se dispone al descubrimiento de su eldorado interno, la fuente inagotable de riqueza espiritual hacia la que siempre podrá remitirse en función de la verdad.
Aunque los métodos tradicionales de acceso al conocimiento siguen siendo instrumentos importantes, ahora su búsqueda va mucho más allá. Le interesa el desarrollo de sus propios instrumentos de observación, los internos, los mismos usados a través de las edades por los sabios ocultistas portadores de la Antorcha de la Sabiduría Divina, que de cuando en cuando, especialmente en los tiempos de excesivo materialismo, dejan ver Su fulgurante llama a la obnubilada humanidad.
Se nos ha dicho abiertamente que no hay una única definición de Teosofía. De este modo se ha resaltado la naturaleza inefable de lo que el término expresa. La Teosofía debe ser aprehendida por experiencia o realización espiritual porque su esencia pertenece a lo más profundo del Hombre. Sin embargo, prominentes Teósofos han expresado su propia comprensión al respecto y han aportado sus propias definiciones, contribuyendo a dar luz a quienes aún nos cuesta demasiado ver por nosotros mismos en nuestro interior, porque apenas estamos reconociendo nuestra divinidad. Estas definiciones personales no son más que el reflejo de la comprensión de quienes las concibieron, es así como debemos tomarlas. Su contribución es importante porque nos sirven como punto de partida para emprender el camino de la propia comprobación.
La asimilación de la Teosofía como Sabiduría Divina, según su etimología, es un buen punto de partida, desde el punto de vista analítico, pero así como aporta ideas también puede confundir. ¿Hablamos de Sabiduría Divina como la “poseída” por Dios como Absoluto? ¿Es la de algún Dios
en particular? ¿Quiénes la conocen y cómo la recibieron, (si hay quienes la posean)? ¿Es la Teosofía un sistema de verdades conceptuales superior a todas las demás verdades de ese tipo ya que se dice que es divina? ¿Es un sistema de verdades ya desarrollado o ya dado o es algo vivo? Responder estas preguntas llevará a más y así sucesivamente, lo que no quiere decir que no tengan respuestas satisfactorias.
Por nuestra parte nos inclinamos a repetir lo que ya se mencionó: aprehenderemos la Sabiduría Divina por la propia experiencia y agregamos, desde el punto de vista de las palabras atribuidas a uno que creemos más cercano a la fuente de la Teosofía, Jesús, que dijo que todos somos hijos del Altísimo, que haríamos cosas como las que él hizo e incluso superiores y que a todos nos está reservado “El Reino de los cielos”. Estas afirmaciones nos dan pie para pensar, mientras lo comprobamos por nosotros mismos, que el horizonte es amplio para la humanidad, pero sobretodo y tal vez lo más importante, que no estamos separados de Dios, que estamos en Su mismo seno y que Lo expresamos a la vez que somos expresión de Su mismo Ser, que es Sabiduría Pura, sólo que el cristal de nuestras almas por el cual debería resplandecer en todo su
esplendor, de translúcido ha pasado a opaco. Tal vez el acercamiento a lo indefinible consista precisamente en lograr que esa Sabiduría Pura pueda expresarse sin impedimentos mentales ni de ningún otro tipo.
Esta Sabiduría, entre cuyos ramales se puede destacar una enseñanza básica que reza en palabras llanas, que el poder reside en cada uno de los hombres, que es connatural a su propia esencia y que es dable expandirlo a niveles insospechados por el hombre cuádruple envuelto en las mieles de sus sentidos; esta Sabiduría contiene en sí los puntos de partida y los puntos de llegada, expresables claramente los primeros, bastante difusos los segundos, de ahí que una de las mejores formas de expresarla sea resaltando su carácter indefinible.
Discernido ese poder potencial no queda más que embarcarse en su liberación. De ahí que la Teosofía, como Sabiduría Divina, no de Dios, sino de los dioses, como quienes la han realizado en grado sumo en sí mismos, y el hombre como dios encadenado, con su inherente e inactivo poder, tengan todo que ver. El hombre se libera o libera su seidad gracias a la Teosofía en-sí. Es así como toma sentido aquello de “vosotros sois dioses, y todos vosotros hijos del Altísimo”. El Altísimo es de este modo el Inefable, Absoluto, Inmutable, Principio y Fin Inconmovible de todo.
En este sentido todos los hombres se acercan al significado profundo de la Teosofía cuando se acercan a sí mismos, en búsqueda de las respuestas a las grandes preguntas de la vida simbolizadas por la esfinge egipcia. Se necesita crear la base, el punto de partida, la preparación es necesaria para emprender el camino sin senderos hacia el seno de Alá. Es en este punto que la Teosofía libresca, los consejos, los fundamentos morales de las grandes religiones y las enseñanzas de los grandes sabios hacen su contribución, trayendo al hombre a la reflexión e invitándolo a levantar la mirada, desde el fango, resultado de su pasado involutivo, hacia el edén de la vida integrada, logro de la evolución.
El teósofo empieza a acercarse a lo Indefinible cuando se da cuenta, como lo dijo Annie Besant, que cada “hombre puede obtener el conocimiento directo de Dios.” Este seguirá siendo el método de todos los sabios. El verdadero método científico, mientras la ciencia tenga que ver con la búsqueda de la verdad. No tanto la verdad fenoménica, sino aquella a la que han llamado la verdad trascendente e inmanente de la que todo deriva y a la que todo va.
A medida que el estudiante redescubre su propia infinitud se adentra en la naturaleza divina y en la sabiduría que la expresa, en la Teosofía, no conceptualmente hablando sino como aliento vital, por que en vez de permanecer atado a un sistema de ideas entrelazadas, se mueve con la vida una convirtiéndose en expresión de la misma. En esta misma dirección Radha Burnier ha expresado muy claramente que “La Teosofía no debe ser interpretada como una teoría, como una serie de conceptos”, si se hace así se desfigura su naturaleza, amarrándola al principio mental inferior negando o dejando a un lado el principio intuicional a través del cual se conecta lo inferior con lo superior y por medio del cual se empieza a recibir insights respecto a las realidades propias de la verdadera naturaleza humana, y por ende se abre la posibilidad a cada hombre de poder constatar qué tanto se está “acercando” a lo indefinible, objeto de promoción principal de este escrito.
Es posible “acercarnos” a lo indefinible mas no capturarlo. Podemos descubrirnos a nosotros mismos como expresión de tal inefabilidad y notar luego cómo desaparece paradójicamente toda distinción entre conocedor, conocimiento y cosa conocida y así toda definición será imposible porque el misterio se habrá realizado. De este modo participamos de lo que Blavatsky expresó: “Esta Sabiduría Divina era una emanación del Principio Divino…” porque nos habremos adentrado en lo más profundo de nuestro Ser enraizado indubitablemente en Ese Principio Divino.
Así pues, la Sabiduría Divina no es una emanación del principio mental, aunque a través de él descienda hasta los niveles más bajos, donde se mueve el grueso de la humanidad. Esa Teosofía que encontramos en los grandes libros morales, religiosos y esotéricos de las diversas culturas constituye la manifestación inferior, por más sublime que nos parezca, de la Gnosis inefable e indefinible. Tenemos el hilo, somos el hilo, por el cual ascender a través de Ella y por Ella, por decirlo de algún modo, hasta la fuente original, razón última de toda religión-filosofía. Logrado esto se entiende, al menos intelectualmente, el ideal de Plotino de “vivir a solas con EL SOLO”, es decir la fusión con el Innombrable, El Uno del mismo Plotino, el Aquello de los hindúes mejor definido negativamente.
En la situación del estudiante que se ha respondido la pregunta por el cómo acercarse a sus propias profundidades y por ende a la Sabiduría Eterna, que aún no está seguro de haberlo logrado, pero que se ha determinado a hacerlo con fervor y dedicación, es bueno que en esa búsqueda el estudiante realice para sí mismo que no se trata solamente de acercarse, esto es sólo un modo de decirlo, no se trata de rondar, de dar vueltas alrededor de una imagen de cosa concreta, es más bien un sumergirse, ejemplificado con la caída de la gota en el océano, más concretamente puede entenderse como el “despertar” de la mónada que siempre estuvo en el océano.
Realizar esto puede significar caminar el camino sin senderos, rodear el círculo cuyo centro está en todas partes. Acercarnos, sumergirnos, despertarnos, etc., son sólo palabras para expresar una idea: la de nuestra relación con lo Indefinible: la relación de lo múltiple con lo Uno.

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