viernes, 26 de diciembre de 2008
La Fraternidad es un hecho en la Naturaleza
Las Cartas de los Maestros dicen que en el imperio de la Naturaleza todas las cosas están ligadas por simpatía magnética; por consiguiente hay una conexión incluso entre una estrella distante y un hombre o una mujer en esta tierra. Esta enorme extensión de relaciones, tal vez ilimitada, es la base para la declaración de que la fraternidad es un hecho en la Naturaleza. Nosotros no tenemos que inventar la fraternidad o creer en ella; sólo tenemos que reconocer que el cosmos mismo está ligado por hilos sutiles de simpatía magnética. Por tal reconocimiento espontáneamente llegamos a estar más y más llenos con el espíritu de fraternidad, lo cual significa que siempre hay líneas de comunicación entre todas las cosas.
Si existen estos inextricables lazos, la simpatía magnética no es obviamente un manifiesto acto perceptible. Es un movimiento desde dentro, del ser reconociendo al ser, de la vida universal siendo consciente de su foco en el ser de uno mismo, como también en todo lo que existe. Hay una comunicación natural entre todas estas cosas. La Naturaleza no sólo existe en la dimensión física, sino también en los niveles densos, sutiles y espirituales. En realidad, en las enormes profundidades de la Naturaleza en todas partes, la comunicación no es muy clara en los niveles inferiores, pero hay constante unidad y amor en los niveles más profundos.
Esa comunicación se obstruye por nuestras actividades mentales, por los prejuicios y condicionamientos que permitimos que dominen en nuestra conciencia en este nivel inferior. Parece como si, aun a través de la ciencia, haya vislumbres de este sistema de intercomunicación de todo lo que existe, pero sólo son conocidos pequeños indicios, por ejemplo, que los árboles se comunican unos con otros de alguna manera misteriosa.
Si un bosquecillo de árboles es afectado por una plaga, el árbol, naturalmente, trata de quitársela de encima, pues de otra manera puede ser destruido. Pero el bosquecillo puede aparentemente comunicarse con otro bosquecillo en alguna otra parte. Hace unos pocos años, grandes olmos, que son muy bellos, fueron todos afectados por alguna clase de enfermedad, pero de manera misteriosa dieron aviso a otros árboles, de tal manera que los árboles desarrollaron señales que pudieron prevenir que la plaga llegara a tener mucho éxito. Sabemos que en Adyar, árboles neem fueron afectados por alguna enfermedad extraña, las hojas se fueron secando, y algunos neems murieron. Pero de alguna manera se las arreglaron para poner fin a la calamidad, tal vez por un sistema de comunicación. Oímos de unas pocas fuentes científicas que los árboles parecen ser capaces de comunicarse unos con otros.
Las investigaciones de Rupert Sheldrake, y posiblemente de algunos otros, han demostrado que hay comunicación entre criaturas a un nivel desconocido. Los seres humanos imaginan que porque otras criaturas no hablan nuestro lenguaje, no pueden comunicarse; a lo mejor tienen una clase primitiva de comunicación. Por ejemplo hemos leído que cuando los conejos llegan a estar conscientes de peligro, golpean la tierra con sus colas de una manera particular, que hace que otros conejos sepan que allí hay peligro. Sus métodos ‘primitivos’ de comunicación son claros a través de cambios en su voz, etc. Pero parece haber algo más importante que eso. En un complicado laberinto ciertas ratas aprendieron a abrir y cerrar una puerta, y ratas en el cuarto contiguo comprendieron. Cómo comprendieron es imposible de decir. Sheldrake también ha escrito acerca de perros y gatos que saben a distancia cuando su dueño está regresando. Uno puede decir que esto es telepatía, pero la telepatía es también uno de los medios de comunicación.
Por medio del diálogo Socrático, de los diálogos del Buda, y un número de otros en los Upanishads, en la literatura China, en el pensamiento Taoísta, etc., maestros estuvieron tratando, para comunicar, de estimular la capacidad oculta en sus oyentes, la gente con quien estuvieron hablando. Comunicación no significa simplemente hablar. Nosotros pensamos que si decimos algo, eso es comunicación. Puede no serlo, porque la persona con la cual estamos hablando puede no estar abierta a lo que decimos; nosotros cerramos, creamos una barrera entre nuestro propio ser y los seres de otros. Pero el poder para comunicar significa tener un fluyente camino de doble vía de intuiciones, comprensión y apreciación. Todo esto puede también ser bloqueado. De tal manera que estos maestros fueron muy conscientes de que no estaban diciendo cosas a la gente, sino entrando en una forma de comunicación que pudiera ayudar a otros para ver por sí mismos. Este fue todo el propósito del diálogo real. La comunicación no es siempre verbal. La comunicación verbal es necesaria en este mundo en alguna medida, pero muchos de nosotros usamos palabras equivocadas, hablamos demasiado y nos salimos del tema, o sentimos una cierta resistencia. Con resistencia la comunicación es imposible porque nuestra condición interna anula lo que intentamos comunicar. Por consiguiente, es importante examinar qué hace efectiva a la comunicación en el nivel externo como también en los niveles más sutiles y más profundos de la existencia.
Radha Burnier
The Theosophist Agosto 2008
Si existen estos inextricables lazos, la simpatía magnética no es obviamente un manifiesto acto perceptible. Es un movimiento desde dentro, del ser reconociendo al ser, de la vida universal siendo consciente de su foco en el ser de uno mismo, como también en todo lo que existe. Hay una comunicación natural entre todas estas cosas. La Naturaleza no sólo existe en la dimensión física, sino también en los niveles densos, sutiles y espirituales. En realidad, en las enormes profundidades de la Naturaleza en todas partes, la comunicación no es muy clara en los niveles inferiores, pero hay constante unidad y amor en los niveles más profundos.
Esa comunicación se obstruye por nuestras actividades mentales, por los prejuicios y condicionamientos que permitimos que dominen en nuestra conciencia en este nivel inferior. Parece como si, aun a través de la ciencia, haya vislumbres de este sistema de intercomunicación de todo lo que existe, pero sólo son conocidos pequeños indicios, por ejemplo, que los árboles se comunican unos con otros de alguna manera misteriosa.
Si un bosquecillo de árboles es afectado por una plaga, el árbol, naturalmente, trata de quitársela de encima, pues de otra manera puede ser destruido. Pero el bosquecillo puede aparentemente comunicarse con otro bosquecillo en alguna otra parte. Hace unos pocos años, grandes olmos, que son muy bellos, fueron todos afectados por alguna clase de enfermedad, pero de manera misteriosa dieron aviso a otros árboles, de tal manera que los árboles desarrollaron señales que pudieron prevenir que la plaga llegara a tener mucho éxito. Sabemos que en Adyar, árboles neem fueron afectados por alguna enfermedad extraña, las hojas se fueron secando, y algunos neems murieron. Pero de alguna manera se las arreglaron para poner fin a la calamidad, tal vez por un sistema de comunicación. Oímos de unas pocas fuentes científicas que los árboles parecen ser capaces de comunicarse unos con otros.
Las investigaciones de Rupert Sheldrake, y posiblemente de algunos otros, han demostrado que hay comunicación entre criaturas a un nivel desconocido. Los seres humanos imaginan que porque otras criaturas no hablan nuestro lenguaje, no pueden comunicarse; a lo mejor tienen una clase primitiva de comunicación. Por ejemplo hemos leído que cuando los conejos llegan a estar conscientes de peligro, golpean la tierra con sus colas de una manera particular, que hace que otros conejos sepan que allí hay peligro. Sus métodos ‘primitivos’ de comunicación son claros a través de cambios en su voz, etc. Pero parece haber algo más importante que eso. En un complicado laberinto ciertas ratas aprendieron a abrir y cerrar una puerta, y ratas en el cuarto contiguo comprendieron. Cómo comprendieron es imposible de decir. Sheldrake también ha escrito acerca de perros y gatos que saben a distancia cuando su dueño está regresando. Uno puede decir que esto es telepatía, pero la telepatía es también uno de los medios de comunicación.
Por medio del diálogo Socrático, de los diálogos del Buda, y un número de otros en los Upanishads, en la literatura China, en el pensamiento Taoísta, etc., maestros estuvieron tratando, para comunicar, de estimular la capacidad oculta en sus oyentes, la gente con quien estuvieron hablando. Comunicación no significa simplemente hablar. Nosotros pensamos que si decimos algo, eso es comunicación. Puede no serlo, porque la persona con la cual estamos hablando puede no estar abierta a lo que decimos; nosotros cerramos, creamos una barrera entre nuestro propio ser y los seres de otros. Pero el poder para comunicar significa tener un fluyente camino de doble vía de intuiciones, comprensión y apreciación. Todo esto puede también ser bloqueado. De tal manera que estos maestros fueron muy conscientes de que no estaban diciendo cosas a la gente, sino entrando en una forma de comunicación que pudiera ayudar a otros para ver por sí mismos. Este fue todo el propósito del diálogo real. La comunicación no es siempre verbal. La comunicación verbal es necesaria en este mundo en alguna medida, pero muchos de nosotros usamos palabras equivocadas, hablamos demasiado y nos salimos del tema, o sentimos una cierta resistencia. Con resistencia la comunicación es imposible porque nuestra condición interna anula lo que intentamos comunicar. Por consiguiente, es importante examinar qué hace efectiva a la comunicación en el nivel externo como también en los niveles más sutiles y más profundos de la existencia.
Radha Burnier
The Theosophist Agosto 2008
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