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Thomas Taylor

viernes, 26 de diciembre de 2008

H. P. Blavatsky y la Astrología

por Jutta K. Lehmann

Publicado en “Sophia” Julio-Agosto 1997


Trataremos este tema centrándonos en cuatro aspectos importantes:
1.-Los orígenes de la astrología.
2.-La astrología como ciencia.
3.-La condición del astrólogo.
4.-Las respuestas de H.P.B. al criticismo general
(DS significa La Doctrina Secreta y CW Collected Writings)

Los orígenes de la Astrología.
La creencia en la astrología está profundamente anclada en el sistema filosófico de H.P.B. basado en su conocimiento y sus convicciones sobre los orígenes del zodíaco. En los vol. I y II de su obra principal, La Doctrina Secreta, establece que los orígenes zodiacales se remontan a la época atlante. La Atlántida (que ella acepta como un hecho histórico) es también la cuna del más renombrado de todos los astrólogos, conocido con el nombre sánscrito de Asuramaya, quien, incidentalmente, fue también el más importante de los astrónomos y magos. “La cronología y cómputos de los iniciados brahmines se basan en los registros zodiacales de la India y en las obras de…Asuramaya” (DS, II, 49)
Ya en el vol. I DS, H.P.B. entra en cálculos elaborados para demostrar que los descubrimientos de los astrónomos hindúes (que en esa época eran también astrólogos) fueron los precursores de los de Grecia. Ataca a los científicos de su tiempo por ser incompetentes a la hora de juzgar los verdaderos orígenes y antigüedad del zodíaco. Esto requería mucho valor en los días álgidos de los misioneros cristianos en la India, que consideraban a los hindúes como bárbaros necesitados de la luz de Jesús. No nos sorprenderá el hecho de que su afirmación de que los hindúes realmente sabían mucho más de nuestro cosmos y eran mucho mejores astrónomos que los de occidente, y de que incluso influyeron nuestro pensamiento en estos temas, no fuera muy bien recibida.
La India y Egipto eran considerados por H.P.B. como santuarios de esta antigua sabiduría sobre las estrellas y el universo. Restos de estos principios, señala, son reconocibles en los días de nuestra semana. Estos llevan el nombre de los dioses planetarios de los caldeos, que, según afirma, los tradujeron de los de los arios.
H. P .B. sugiere en sus escritos que hemos perdido el conocimiento de los verdaderos orígenes de la astrología con sus raíces esotéricas. Dice: “La clave del ceremonial o astrología ritualista, con el terafim y el urim y el thumim de la Magia, se ha perdido para Europa. Por esto nuestro siglo de Materialismo se encoge de hombros y ve en la astrología algo falso” (CW, XIV, 352)
También hemos perdido la conexión (que ella veía) entre la astrología y la Kabala judía, y que ella, por falta de tiempo, no pudo explorar en su totalidad. Además, sostiene que los astrólogos modernos, distintos a los que son también estudiantes de lo oculto, han perdido la comprensión original del lazo que hay entre los ciclos planetarios y los antiguos ciclos cósmicos de la filosofía hindú, como los yugas, manvantaras etc.
(CW III, 194)
La Astrología como Ciencia.
Blavatsky considera el ocultismo, que incluye la astrología, como altamente científico, porque conoce y aplica las leyes de la Naturaleza, no sólo las que ya son conocidas por los científicos del siglo diecinueve sino también aquellas leyes secretas ocultas con las que los científicos están todavía lidiando hoy en día. Su noción de la ciencia, enraizada como estaba en la tradición hermética, es así radicalmente distinta a la de los descubrimientos posteriores de la ciencia en el mundo moderno. La “nueva ciencia” del Renacimiento tuvo que romper con sus raíces ocultas espirituales ante la feroz oposición de la iglesia católica y gradualmente adoptó una existencia materialista puramente abstracta. Por contraste, Blavatsky defiende su caso desde una antigua tradición oculta que siempre incluía la astrología. Además, afirma que la astrología cumple todos los requisitos para llamarse ciencia. Escribe, por ejemplo:
“Sin embargo, ya sea antigua o moderna, las dos pueden llamarse ciencias exactas; porque si el astrónomo de hoy en día saca sus observaciones de cálculos matemáticos, el astrólogo de la antigüedad también basaba sus pronósticos en observaciones no menos agudas y matemáticamente correctas de los ciclos recurrentes. Y, como ahora el secreto de esta ciencia se ha perdido, ¿es eso una garantía para decir que no existió nunca?” (CW, 11,419)
La astrología y la alquimia son el corazón y el alma de las ciencias modernas de la astronomía y la química, y “mientras no se reconozca esta verdad, la astronomía y la química seguirán girando en un círculo vicioso y no producirán nada más allá de la materialidad” (CW, VIII, 79). Así, para ella, la astrología no sólo incorpora los principios matemáticos de la astronomía sino que va más allá de los cálculos matemáticos abstractos sobre la naturaleza material de las estrellas, sus distancias respecto a nosotros, etc., para dar un significado espiritual. Por esto ella siente que la astrología complementa a la astronomía, de la misma manera que la psicología complementa a la fisiología. A través de su uso científico de cálculos matemáticos, la astrología puede explicar qué causa producirá una combinación específica determinada de efectos, y puede ayudarnos, por ejemplo, en nuestra elección de una encarnación futura (otro principio de creencia).
Según H.P.B., la carta astral de una persona, con las posiciones planetarias de su nacimiento, es así “el resultado agregado de las causas ya producidas”
(CW, VI, 229). En otras palabras, muestra la suma total de k arma acumulado durante las encarnaciones pasadas. Para el astrólogo oculto iniciado, esta información es la clave para predecir el futuro. Blavatsky también nos dice que ella piensa que la influencia planetaria funciona, específicamente, a través de las afinidades y atracciones magnéticas de los cuerpos planetarios. La persona se sitúa en una relación magnética particular como resultado del karma acumulado (acciones morales positivas y negativas) en el pasado.
Esto también proporciona la base de la distinción que hace entre la astrología esotérica y la exotérica. Esta última es la influencia de los planetas físicos sobre el lado físico y material de la vida, mientras que la astrología esotérica trata de las influencias sobre las facultades mentales, psíquicas y espirituales. Estas facultades no están gobernadas por los planetas físicos sino por sus dirigentes espirituales, por las fuerzas que hay detrás del funcionamiento de los planetas.
También menciona diferencias entre los dos tipos de astrología con respeto a la dirección sobre las partes del cuerpo.
Estas y otras distinciones también conducen, naturalmente, a distintas interpretaciones, por ejemplo, con respeto a las deducciones sobre el karma pasado.
Considera que la astrología practicada durante su vida es una mezcla de la esotérica y la exotérica. (CW, XII, 537)
Para Blavatsky, una carta astral natal puede solamente indicar tendencias individuales; las influencias no hacen más que predisponer al individuo a adoptar un curso de acción particular que se corresponda con sus efectos kármicos.
Escribe:
“Los astros no causan nuestra buena o mala suerte, sino que simplemente indican lo mismo” (CW, III, 192). Los astros no determinan nuestro destino, sino que más bien indican el futuro más probable. El fatalismo, por otra parte, implica el curso ciego de algún poder todavía más ciego y el hombre es un agente libre durante su permanencia en la tierra. No puede escapar a su Destino dirigente, pero tiene la elección de dos caminos que le llevan en esa dirección y puede alcanzar el objetivo de la desgracia…Los que creen en el Karma tienen que creer en el destino que, desde el nacimiento a la muerte, cada hombre se va tejiendo…Cuanto se ha tejido la última hebra y el hombre aparentemente queda atrapado en la red de su propia fabricación, entonces se encuentra completamente bajo el imperio de su destino auto creado. (DS, 1,639)
Para que la astrología pueda equipararse de una manera verdaderamente científica a la astronomía, Blavatsky pone la condición “de que sus intérpretes tienen que ser igualmente infalibles; y es esta condición, sine qua non, tan difícil de cumplir, ¡la que ha sido siempre el problema de las dos!”. El que los astrólogos no sean todos infalibles no convierte a la astrología en sí en algo defectuoso. La medicina no se juzga a través de las numerosas imperfecciones de sus doctores.
La Condición del Astrólogo.
El astrólogo medio de su época distaba mucho del ideal de Blavatsky. Ella quería que el astrólogo tuviera una base firme en ocultismo, porque esto le daba acceso a los significados más profundos.
El astrólogo debería, por consiguiente, ser un maestro de la astrología esotérica como la misma Blavatsky. Ella lamenta el hecho de que, en su mayoría, los astrólogos hayan perdido este conocimiento, no tengan una buena preparación y, corrientemente, sean unos charlatanes. (CW, IV, 302)
Hay otras condiciones ligadas a los que desean llegar a ese nivel. “Un hombre tiene que ser un psicólogo y un filósofo antes de poder convertirse en un perfecto astrólogo y comprender correctamente la gran Ley de la Compasión Universal. No sólo la astrología sino el magnetismo, la teosofía y todas las ciencias ocultas, especialmente la de la atracción y repulsión”, de otro modo le considera superficial (CW, III, 192). El astrólogo ideal de Blavatsky se parece, así, al hombre sabio de la antigüedad que ha penetrado en los misterios más profundos de la humanidad y del universo, y su modelo era Asuramaya. Este listón tan alto no era para disuadir a la gente de dedicarse a esta ingente tarea, sino más bien para hacerles más humildes en su práctica. Sin embargo, mientras que muchos astrólogos modernos pueden haber perdido de vista este conocimiento esotérico, H.P .B. sigue considerándolo como una disciplina digna de ponerla en práctica.

Respuestas de HPB a las críticas habituales.
Una objeción corriente en su época era la de que la astrología no tiene base, porque sus orígenes son desconocidos.
H.P.B. contradice estas críticas remontándose a la Atlántida. Sin embargo, aunque sus orígenes no puedan documentarse plenamente, afirma que las predicciones pueden seguir haciéndose sobre la base de los acontecimientos cíclicos, que pueden calcularse mediante principios matemáticos básicos. La interpretación de estos datos está basada
en antiguas observaciones que “registraban la recurrencia de estos hechos en su hora y día, durante un período que abarcaba cientos de miles de años, y las conjunciones de las mismas constelaciones tienen que producir necesariamente, si no exactamente, los mismos efectos, o en cualquier caso, efectos similares”. (DS, I, 646)
Otra crítica habitual es la de que es fatalista. Blavatsky aduce: “Es solamente porque esa humanidad ha cerrado siempre sus ojos a la gran verdad de que el hombre mismo es tanto su propio salvador como su propio destructor, y que no necesita acusar al Cielo ni a los dioses, Hados y Providencia, de la injusticia aparente que reina en medio de la humanidad” (DS, I, 644). Entiende que nuestras condiciones físicas y espirituales en esta vida son los efectos de nuestras propias acciones pasadas que se extienden a encarnaciones previas. Así, no deberíamos culpar a los planetas de nuestra carta astral natal, sino más bien aceptar la responsabilidad de una vida que hemos creado a través de nuestra propia acción.
Contradice las objeciones de los astrónomos, afirmando que la astronomía no es más que la hermana pequeña de la astrología, y que trata de ignorar sus raíces reduciendo la astrología “a la posición de la Cenicienta en la morada de la Ciencia”. (CW, VI, 347).
La astrología ha sido apartada a un lado y ridiculizada por la ciencia moderna durante los últimos siglos. Sin embargo, Blavatsky prevé el tiempo en el que esta verdadera ciencia vuelva a recibir la atención que merece, permitiéndole así triunfar sobre estos distintos alegatos.
The Theosophist, marzo 1997

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